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miércoles, 1 de junio de 2011

Entendiendo los Cambios físicos y de comportamiento de los Adolescentes

Como primera medida debemos decir que EL CAMBIO es lo que caracteriza esta etapa: los cambios se dan a todo nivel, comenzando por el físico, y siguiendo por el psicológico, el social y aun el espiritual, el niño,  para ingresar en esta etapa, pierde muchas cosas: su mundo infantil, su cuerpo de niño, sus padres "de la infancia", su forma de expresar sus afectos, la seguridad de tener todo en su lugar y de saber cual es el suyo.


imagen alejandrofatouh.blogspot.com
Esta etapa existe en si y tiene sus peculiaridades e importancia, tal como las etapas infantiles; de hecho, la adolescencia debe entenderse como 'el ultimo tribunal de apelaciones' para enmendar juicios erróneos provenientes de edades previas.

Ahora le toca asumir nuevos desafíos, desde los que le presenta su "nuevo cuerpo" hasta los que pone sus estados de animo y la sociedad. Ya entiende mejor las cosas pero el ingresar a este nuevo mundo lo desorienta porque desconoce las "técnicas" para ubicarse en el. Por lo tanto comienza un esfuerzo por ingresar a un "lugar distinto" al cual teme pero a la vez desea pertenecer: el mundo de los adultos.

Pero, cuándo empiezan realmente? En la mujer existe un elemento clarísimo que es la menarca, es decir la primera menstruación, pero aquí no comienza la pubertad. Este signo configuraría mas bien la coronación de un proceso que arranca mucho antes con el incremento en la secreción de hormonas que culmina en la aparición del flujo menstrual. El hacerse 'señorita', es el sello identificatorio psicofísico y social de este proceso.

La imprecisión y la ambigüedad se hace mas notoria aun en el varón en quien se dan todos los estos cambios sin tener un signo tan evidente como la menstruación. Sin embargo normalmente la simple observación visual con un poco de atención nos mostrara la diferencia entre un niño y un puber, por ejemplo, un niño de 14 años que haya logrado su madurez sexual no ha conseguido la misma madurez en cuanto a sus conductas sociales, que le permitan adaptarse críticamente a su medio ambiente. Aunque biológicamente maduro, el adolescente es inmaduro emocionalmente. Como alguien dijo: el adolescente es un cuerpo maduro en una mente inexperta.

Esta referencia a los cambios físicos nos abre la puerta para entender una de las causas de los cambios psicológicos. La mencionada descarga hormonal para favorecer y motorizar el crecimiento rompe un equilibrio e introduce en el chico una serie de sensaciones nuevas, grandes cantidades de energía que va a tener que ir aprendiendo a manejar.

Las energías que sobreabundan en el adolescente son fundamentalmente sexuales, pues este torrente hormonal comienza a establecer el paso de un cuerpo infantil a uno que pueda "hacerse cargo del otro" y transmitir vida.

Todo lo anterior significa que la mejor forma de ayudar al adolescente a restablecer el equilibrio roto en este proceso de crecimiento es propiciar (no imponer) actividades:

* que demanden derroche físico (físico, montañismo, campamentos, etc.),
* gran atención (ya con el estudio tiene bastante, pero paralelamente se lo puede estimular al aprendizaje de algún idioma o instrumento musical),
* lo obligue a salir de si y a compartir (ayuda social, comunitaria y demás).
Al salir de si el adolescente empieza a comprender el mundo como es, y no desde un egocentrismo que lo hace poco objetivo.

El adolescente en la medida de que "desde si mismo" salga y comparta lo que tenga para dar en forma altruista, estará encontrando el mejor camino para canalizar esa energía, que en su origen es sexual, pero que esta en el para que crezca en todo sentido.

Si esto no se diera el mismo adolescente buscaría la forma de equilibrarse y recuperar el control perdido, ya sea aislándose y convirtiéndose en una persona mas o menos antisocial centrada únicamente en si mismo y con una mirada poco objetiva sobre la realidad en general, pero sobre todo sobre la realidad de las persona


Cosas concretas que pueden hacer los padres para ayudar a sus hijos adolescentes

Primero, encontrar ambientes sanos y positivos en los que nuestros hijos puedan convivir y apreciar a otros jóvenes alegres, sanos, centrados, generosos, que estudian y trabajan por ellos mismos y por el bien de los demás, y que luchan de modo positivo por la definición de un rol, de una identidad productiva y solidaria. Tal vez hay un grupo a la vuelta de la esquina, o puede que sea necesario ir mas lejos, pero resulta indispensable contrarrestar tantos modelos negativos y perniciosos de la fantasía televisiva y cinematográfica.

Segundo, acompañar moral y afectivamente al hijo, para que se sienta orgulloso de el mismo, de su valentía, de su verticalidad y de su fidelidad. Sencillamente lo mas oportuno es tratar de conocer, en el caso de los padres, con quien se junta sus hijos, teniendo una gran paciencia en el aspecto formal pero observando el fondo del desenvolvimiento del grupo. Finalmente hay que enseñar al adolescente a incorporarse a los grupos con criterios de selección para que aprenda el valor verdadero de la amistad, la solidaridad, la camaradería y la lealtad sin caer en actitudes que sean contrarias a sus opciones mas profundas. Hay que inculcarle la noción de que el grupo esta ahí para ayudarlo en su camino y no para ser un obstáculo mas.

Si esto ayuda a crecer y a lograr identificaciones edificantes que realmente aleje a los alumnos de otras mas superficiales y materialistas, se estará entonces cumpliendo con una de las misiones mas importantes que la familia encomienda al maestro en función de sus hijos en esta edad.

Mas que nunca estos padres perfeccionan su estilo de autoridad persuasiva, basada en el servicio y el amor, logrando que su hijo adolescente los 'contrate' como sus consejeros que lo alientan en los tropiezos, lo orientan en las vacilaciones, lo refuerzan en su autoestima, lo ratifican en su confianza y lo reconocen en sus esfuerzos incluso cuando estos no fueron del todo afortunados.

Por el Lic. Carlos Eduardo Beltramo Alvarez, aciprensa.com

El Porqué de la Rebeldía en los Jóvenes

Ningún hombre conoce lo malo que es
hasta que no ha tratado de esforzarse por ser bueno.
Sólo podrás conocer la fuerza de un viento
tratando de caminar contra él,
no dejándote llevar.
C. S. Lewis

La rebeldía es una etapa en la adolescencia que se caracteriza por una actitud violenta y opuesta a los limites establecidos. Pueden pasar por una fase en la que parece como si para ellos lo importante fuera sólo lo inmediato, y no se atreven a creer en nada más, porque tienen miedo a decepcionarse luego. Prefieren creer en poco y esperar en nada, porque así se sienten más seguros.


imagen jaspe999.blogspot.com

Hay padres que no han hecho la tarea de educación que tenían encomendada. Los hijos se van tornando rebeldes a medida que van ganando a los padres las pequeñas batallas que plantean cada día. Pero siempre hay tiempo de darse cuenta que los padres tienen la obligación ineludible e irrenunciable de seguir educando a sus hijos, aunque estos no lo quieran. Por lo menos mientras vivan bajo su techo familiar. 


Es un proceso de tira y afloja, donde siempre gana el que más interés tiene en ganar, y pierde el que se deja ganar sin luchar lo suficiente. Los padres tienen la grave obligación moral de no dejarse ganar en la educación de los hijos.

Es imprescindible educar a los hijos para que la sociedad no les castigue cuando sean hombres. Si los padres no han dado a sus hijos la educación adecuada, o estos no la han asimilado, cada vez será más difícil convencerles de que tienen que cambiar y dejar a un lado esa rebeldía que empiezan a practicar. No es imposible impedir a los hijos que hayan empezado a descarrilarse, se paren y no lo sigan haciendo, todo es cuestión que los padres estén bien formados, dediquen mucho tiempo y sobre todo mucho cariño hacia sus hijos, principalmente a los que han empezado con problemas. En manos de los padres está salvarlos o condenarlos cara al futuro.
Los padres no pueden limitarse solamente a darles buenos consejos y advertencias. Para obtener resultados satisfactorios para el presente y futuro de los hijos rebeldes, los padres tienen que empezar también una etapa de fuertes normas disciplinarias y sus correspondientes castigos 
Los padres tienen que explicarles las nuevas normas de la familia, horarios de entrada y salida de la casa, trabajos domésticos, tareas escolares, asistencia a la escuela, calificaciones escolares, relaciones con determinados amigos, manejo del dinero familiar y un largo etc.  Indicarles también que si no las cumplen les van a poner unos fuertes castigos y que los van a hacer cumplir.
Si los padres no pueden o no saben hacer cumplir los castigos impuestos, las alternativas que les quedan son muy pocas: Llevarles a la fuerza a algún consejero social especializado en casos difíciles, llamar a la policía si la cosa se agrava, o mantenerlos en la casa todos los fines de semana, estando bajo su vigilancia. Tienen que empezar a hacer lo que en su día no hicieron, que es el darles disciplina en la educación. La sociedad actual no acepta las rebeldías de los adolescentes, ni aunque sean contra sus padres.
 Los padres no pueden consentir que en la familia haya un mal ejemplo para los otros hermanos, deben aprender a negociar con sus hijos lo que estos tienen que hacer y lo que no tienen que hacer,  explicándoles bien claramente que en esa edad de la adolescencia les quedan muy pocos años o quizás meses para que se puedan seguir permitiendo el lujo de tener opiniones propias (hijos) con manutención y cuidados ajenos (padres). 
En cuanto cumplan los 18 años se les terminarán los privilegios de vivir en la casa familiar exigiendo de todo pero no dando nada. Entonces los hijos tendrán que elegir entre vivir en casa de los padres, con las comodidades que ello conlleva, seguir ejerciendo o no la rebeldía, independizarse voluntaria u obligatoriamente, yéndose de la casa familiar a vivir su propia vida. Pero háganles saber que la calle es muy dura, principalmente a esas edades de la adolescencia y sin la protección de la familia, produce muchas posibilidades de terminar en la cárcel, en el hospital, en el cementerio o con una paternidad irresponsable y la vida destrozada para el futuro. Es muy alto el precio que van a pagar por su rebeldía.
La rebeldía lleva a los adolescentes por un camino de pandillas, alcohol, drogas y sexo que siempre termina mal, Los padres no se pueden olvidar que tienen la responsabilidad civil y económica de todo lo que hagan sus hijos mientras estén bajo su patria potestad, es decir hasta que cumplan los 18 años. Es muy posible que en los tribunales de justicia exijan a los padres que cumplan las responsabilidades cuando los hijos cometen actos delictivos, incluso si no asisten regularmente a la escuela. Si problema de la rebeldía de los hijos proviene de la convivencia con determinados amigos o pandillas, tienen que hablar con los padres de esos amigos e incluso prohibir a sus hijos que se relacionen con ellos.
 Una de las mejores soluciones con los hijos rebeldes es acompañarles personalmente a la escuela y pasar a recogerlos, para que posteriormente se queden en casa, hagan las tareas y no salgan con sus amigos. Para cumplir este objetivo es muy posible que el padre o la madre tengan que modificar sus horarios de trabajo u otras ocupaciones, pero vale la vena hacerlo por el bien presente y futuro de los hijos. Si cuando son adolescentes con menos de 18 años ya se enfrentan a sus padres, y estos no pueden con ellos, imagínense lo que sucederá a medida que vayan creciendo o cuando dejen su casa familiar.
No hay soluciones mágicas en la educación de los hijos, solamente hay mucha dedicación, estar bien formados e informados leyendo libros sobre educación, dedicarles mucho tiempo a los hijos hablando con ellos y saliendo a pasear, tener muchísima paciencia, ser muy rectos en el comportamiento y ejemplo personal, ser coherentes en lo que se dice y en lo que se hace, consultar con los mejores expertos, saber con quienes andan, hablar con los padres de los amigos, vigilar a sus amigos, suprimir mucho del tiempo dedicado a la televisión, al internet  y a todo  lo que les aíslan del mundo familiar, comer y cenar todos juntos y sentados a la mesa, asistir a la Iglesia todos en familia, etc. 

Los padres tienen que analizar con total sinceridad cuales de estas acciones son las que practican, las que no practican y las que creen que podrían y deberían practicar. Si tiene algún comentario, por favor escriba a francisco@micumbre.com